
Interculturalidad:
Toda cultura es básicamente pluricultural. Es decir, se ha ido formando, y se sigue formando, a partir de los contactos entre distintas comunidades de vidas que aportan sus modos de pensar, sentir y actuar. Evidentemente los intercambios culturales no tendrán todos las mismas características y efectos. Pero es a partir de estos contactos que se produce el mestizaje cultural, la hibridación cultural
Mientras que el concepto "pluricultural" sirve para caracterizar una situación, la interculturalidad describe una relación entre culturas. Aunque, de hecho, hablar de relación intercultural es una redundancia, quizás necesaria, porque la interculturalidad implica, por definición, interacción .No hay culturas mejores y ni peores. Evidentemente cada cultura puede tener formas de pensar, sentir y actuar en las que determinados grupos se encuentren en una situación de discriminación. Pero si aceptamos que no hay una jerarquía entre las culturas estaremos postulando el principio ético que considera que todas las culturas son igualmente dignas y merecedoras de respeto. Esto significa, también, que la única forma de comprender correctamente a las culturas es interpretar sus manifestaciones de acuerdo con sus propios criterios culturales. Aunque esto no debe suponer eliminar nuestro juicio crítico, pero si que supone inicialmente dejarlo en suspenso hasta que no hayamos entendido la complejidad simbólica de muchas de las prácticas culturales. Se trata de intentar moderar un inevitable etnocentrismo que lleva a interpretar las prácticas culturales ajenas a partir de los criterios de la cultura del -la persona- interpretante.
La interculturalidad en el PerúEn América Latina y el Perú el concepto de interculturalidad, se introduce a inicios de la década de 1980 en los proyectos de educación bilingüe destinados a la población indígena y como respuesta al fracaso de la educación asimilacionista y homogeneizante de los Estados nacionales. En el contexto nuestro, la interculturalidad es un proyecto por construir bajo la interacción dialógica, interrelación y convivencia de culturas en su diferencia; rebasa lo étnico, puesto que interpela a toda la sociedad en su conjunto; no tiene que ver con un área geográfica; ni con un sector específico de escuelas o niveles educativos, va más allá de ser una realidad objetiva: es una utopía. Un acto intercultural, no constituye en sí mismo, valorar y disponer simultáneamente del conocimiento occidental e indígena latinoamericano: no es remover el “kañiwaku” con la leche de vaca.
En este sentido, la interculturalidad _para nosotros_, es fundamentalmente, la generación de nuevas manifestaciones de conocimientos y valores humanos producto de la interrelación dialógica entre los culturalmente diferentes que se confieren sentido mutuamente, bajo el marco del respeto y la convergencia. Por eso constituye, un proyecto por construir. La interculturalidad emitirá diferentes signos según las peculiaridades de las culturas en interacción, es inadmisible pensar en un modelo intercultural único y por consiguiente; es difícil, ofrecer un concepto acabado sobre esta temática. De la misma manera, esto trae consigo que, no es razonable plantear un modelo único de EIB, sino de varios modelos o tipos, respectivamente.
El concepto de interculturalidad, va de la mano con la capacidad de reconocer e incorporar la diferencia como una constante en la vida contemporánea. La perspectiva intercultural toma en cuenta la diferencia, no como un dato natural y estático, sino como una interacción dinámica entre dos o más mundos culturales. Chiodi anota que, la interculturalidad, constituye un enfoque relacionado con la gestión de la diversidad cultural. Por su parte, Cañulef explicita que se debe entender como interculturalidad al respeto y reconocimiento mutuo de las diferencias, a la aceptación del otro como legítimo otro en la convivencia, al diálogo respetuoso y permanente, la comunicación y la negociación para la búsqueda del bien común. Como se puede advertir, no existe un solo concepto para referirse a interculturalidad, Walsh manifiesta que se refiere a complejas relaciones, negociaciones e intercambios culturales, y busca desarrollar una interacción entre personas, conocimientos y prácticas culturalmente diferentes; una interacción que reconoce y que parte de las asimetrías sociales, económicas, políticas, y de poder y de las condiciones institucionales que limitan la posibilidad que el “otro” pueda ser considerado como sujeto con identidad, diferencia y agencia, la capacidad de actuar. No se trata simplemente de reconocer, descubrir o tolerar al otro, o la diferencia en sí, tal como algunas perspectivas basadas en el marco de liberalismo democrático y multicultural lo sugieren. Tampoco se trata de esencializar identidades o entenderlas como adscripciones étnicas inamovibles. Más bien, se trata de impulsar activamente procesos de intercambio que, por medio de mediaciones sociales, políticas y comunicativas, permitan construir espacios de encuentro, diálogo y asociación entre seres y saberes, sentidos y prácticas distintas.
La interculturalidad, va traspasando los ámbitos de la educación indígena y el reconocimiento de la diversidad, hoy cuestiona la estructura misma del Estado-Nación, su organización homogeneizante y excluyente; y, se perfila como desafío permanente para las sociedades plurinacionales o pluriculturales. Incluso desde la visión indígena, lo intercultural plantea el tema de la descolonización, como un proceso fundamental para los pueblos indígenas. La descolonización es entendida como un proceso ligado a la interculturalidad, ya que se vincula con la valoración y la revitalización de las culturas indígenas, sobre la base de la emergencia de los pueblos como sus protagonistas. Esto supone seguir repensando y redefiniendo la noción de interculturalidad.